La resistencia americana

Interiormente vemos que es donde existen los mayores cambios, pues aun queriéndo mantener un aire «clasico», no le ha quedado más remedio que subirse al carro y añadir una enorme pantalla digital. Bueno, en realidad dos, pues la que corresponde a los relojes de toda la vida es ahora de 12,4 pulgadas, y anexa a esta una de 13,1 pulgadas para el resto de funciones. El volante tiene ahora más controles en el mismo, y en la consola central se conserva el volumen de la radio con mando físico, y alguna función más, pero el resto de funciones pasan a la pantalla de 13,4 pulgadas.

Nuevos tonos de carrocería, nuevos diseños de llantas y más opciones de personalización.
Siguiendo con lo que realmente nos interesa, que es el motor, tenemos buenas noticias: el V8 de 5 litros se mantiene. Por suerte se ha descartado cualquier tipo de hibridación, electrificación o «estropeación». El Mustang gordo sigue siendo un V8 de americano de los buenos. Y de los que suenan bien.
Respecto de la transmisión se ofrece con una manual de seis marchas o una automática de 10 relaciones y convertidor de par (la misma que usa el nuevo Ford Bronco). Esta nueva caja automática de relaciones muy próximas entre sí promete unas inserciones suaves y una aceleración muy lineal gracias al elevado número de marchas. No sé, pero nosotros pensamos que un Mustang debe llevar la caja manual.

El resto de aspectos, lo típico en cuanto a seguridad, conectividad y ese tipo de cosas mejora al modelo anterior al incoporar nuevas tecnologías y sistemas mejorados. Pero de momento, nos quedamos con lo más interesante y lo mejor: el Mustang, sigue siendo un Mustang; gasolina, sin electrificar, con cambio manual, un motor V8 a la antigua usanza, un sonido espectacular y una estética que continúa con la esencia del modelo.
Autor: Álvaro Gonzalo